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iMACs: Diseño versus Ergonomía | ||
Cuánto nos sorprendió el maravilloso diseño y los colores de los futuristas IMACS que, de la mano de Bill Puertas, aparecieron en el mercado... ¡Ah! ¡Un sueño! ¡Qué bonitos! ¡Qué ratón tan chulo todo redondito!. Yo quería comprarme sólo el ratón pero no lo vendían suelto. Mi sueño se convirtió en pesadilla cuando tuve que trabajar con uno de ellos. No sólo el ratón se me daba vueltas en la mano y terminaba haciendo click en todas las partes menos en la adecuada, sino que el teclado ortopédico y todo azulito hacía tan difícil escribir como en un portátil minimalista. A partir de las tres horas de uso me asombró un extraño olor a plástico quemado: puse la mano en el tremendo agujero que tiene encima y me lo encontré casi ardiendo. Lógicamente, una CPU y un monitor juntos necesitarían aire acondicionado para no recalentarse. Las transparencias quedaban muy monas hasta que el polvo se posaba en las partes interiores -imposibles de limpiar- y te remontaba a los tiempos de Blade Runner. Los colores son preciosos pero al final te cansas de un color rabioso, prefieres algo tranquilo para poder concentrarte en tu trabajo. En cuanto a los G3 pasaba tres cuartos de lo mismo. Pero ahora el G4 viene en color plata muy sobrio y sin transparencias para que la suciedad no se note. Lo mismo han hecho nuestros amigos de Apple con una edición especial del iMAC también en plata que esta vez la han hecho completamente transparente -nada de veladuras, desnudez cruda-. ¡Qué horror cuando vi al pobre iMAC en el SIMO 99 allí, todo desnudo con los cables y el tubo del monitor y los entresijos al aire! Me parecía ver un pollo en la pollería, de esos sin plumas, que te quitan las ganas de comértelo hasta que no te lo rebozan en el KFC. Pero iban a arreglarlo por el IMACito, el portátil más chulo de la temporada. En blancos, azules o tangerine era la última moda en diseño de pasarela. Bueno, por fin desaparecerían los negros y austeros PowerBook por algo más alegre. Merecería la pena que no hubiesen dedicado ni un poco de tiempo a mejorar el mencionado PowerBook. Otra vez me quedé de piedra cuando lo vi en el SIMO 99 (la fiesta de las vanidades, más que la exposición para profesionales). Resulta que con un monitor de 12 pulgadas te tienes que poner las gafas de cerca, el maravilloso diseño exterior obliga a unas curvas laterales que hacen el teclado lo más anti-ergonómico que he visto en mi vida (ergonomía-adaptabilidad al uso humano), pero además las teclas apenas se diferenciaban táctilmente entre sí. Por si fuera poco, eran completamente transparentes... Había que dedicar tiempo para encontrarlas. El pad estaba demasiado lejos del teclado y todo el conjunto, aunque pequeñito, ligero y divertido, se me antojó un caramelo de esos que cuando lo abres tienen un agujero enorme en el centro y al final el caramelo se te acaba en un plis plas. Pues lo siento, no voy a cambiar mi Mac gris de momento. Y cuando lo haga, porque "tienes" que hacerlo, pues me compraré un G4 de esos que Motorola no ha querido hacer más chips y ahora los hace IBM, con menos velocidad. Intentaré adaptarme al teclado de la Barbie y me compraré un ratón normal en algún sitio para poder trabajar, preferiblemente que no sea transparente, no me gusta verle las tripas a nadie y menos a un compañero de trabajo tan cercano. Si el diseño no se adapta al hombre, no es útil. Si no es capaz de pasar la barrera del tiempo, entonces es una gran falacia. Igual que las farolas de diseño de la Barcelona 92, corroídas por la humedad. O el afamado Parque Juan Carlos I, que está que se cae y le huelen a podrido todos los rincones de los lagos. Soy diseñador, oiga, y no me parece justo darle el premio al mejor diseño del año a la nueva versión del Beetle de Volskwagen, ¿qué porqué? Pregúntenselo a los que tienen que sentarse detrás (aunque lo mismo pasa con el Passat y es mucho más grande -aún me dura el chichón-). Porque si el diseño no se adapta y no cumple su misión, que a veces es pasar inadvertido para optimizar la forma de trabajar del ser humano, entonces no es buen diseño, es presunción de pasarela. Ahora, compra el modelito de Dior de las tetas al aire, pónselo a tu pareja y sal por la calle a darte un paseo. Sobre gustos no hay nada escrito, ni siquiera esto.
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Manuel Ordax | ||
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